Lo único que había oído de los gallegos era chistes. Para nosotros, en México, los gallegos eran los tontos del mundo, por alguna razón, aunque la mayoría de nosotros jamás hubiera conocido a uno. Así que cuando me enamoré de J, comencé a decir el "contrachiste" cada que le hablaba de él a alguien: ¿Que de dónde en España? Gallego. ¡Y no es tonto, ¿tú crees?! Y ahora heme aquí: una chilanga viviendo en Galicia.
Hoy cumplo una semana aquí, en mi "piso de alquiler" (departamento de renta) en una ciudad a la que jamás había oído nombrar hasta que, tras nuestras...