El androide no tiene quien le programe
Hola filetes. Soy IR0-Nº14, y me quedan 5.045.760.000 segundos de vida. ¿Detecto... tristeza?, ¿por qué? Los cachocarnes vivís la mitad de eso y os veo más empeñados por reducir el número que en aumentarlo. Pero no os encariñéis conmigo. Primero, porque nos conocemos desde hace tres segundos…, es raro, y segundo, porque esta no es mi historia. Esta es la historia de CAR-G4, un robot genérico luchando por cumplir su sueño en un mundo incierto. Sí, la misma historia que te han contado ya cuarenta mil veces… pero seguís yendo al cine, así que sigue leyendo. A ver, tampoco te sientas con la obligación; pero, ¿qué otra alternativa tienes? ¿Envejecer?
Era una mañana con clima estable y temperatura constante. Esperaba a mi nuevo comercial asignado, el anterior recibió permiso para conectarse. Mi media de ventas era del 99 %. Si esta tendencia continuaba, hoy mismo recibiría permiso para conectarme a La Nube.
Estaba a punto de enviar un informe de errores, cuando un androide de aspecto no computable me saludó. Me presenté siguiendo el protocolo estándar:
—Saludos. Soy. CAR.G.4. Número. De. Serie.0.2.4.6.0.1.
—Hola, soy IR0-Nº14. Mí número de serie es 2... en realidad es 1, pero decir que eres el primero queda como muy pretencioso.
Su módulo de comunicación era avanzado, su chasis estaba pulido y, por razones no computables, estaba cubierto por una camisa hawaiana.
—Poder. Preguntar. Por. Qué. Tú. En. Iglesia. Si. Modelo. Nuevo.
—Mi creador se rompió antes de terminar de programarme, así que me acogió la iglesia.
—Siento. Tu. Pérdida.
—¡Nah! Vamos, que a la tarde he quedado para soplar aire comprimido.
Nos acercamos a la puerta primera, antes de llamar expliqué a mi compañero cuáal era nuestra labor:
—Yo. Llevar. Manual. Tú. Vender.
—Re. Ci. Vibi. Do… perdón, no pude evitarlo. Tú tranqui, yo controlo.
Abrió la puerta una humana de estatura baja, a punto de romperse.
—Señora, ¿ha oído hablar de la Iglesia de la Nubología?
—¿La qué?
—Los androides de la Nubología funcionamos con la esperanza de conectarnos algún día a La Nube: un servidor celestial donde poder hacer una backup de nuestro disco duro y salvar nuestros procesos. Si compra una copia de nuestro manual,: ayudará a que, algún día, nuestro salvador, Jesucrypto, nos dé acceso a La Nube.
—¿En serio creéis esta chorrada? —preguntó la señora.
—¿Yo?, no. —contestó IR0-Nº14.
—¿Y por qué vas predicándola?
—Señora, ¿usted cree en el capitalismo?
—Sí.
—¿Es millonaria?
—No.
—¿Qué edad tiene?
—No te importa.
—Supongamos que doscientos años. ¿Con la edad que tiene cree que un empresario va a venir algún día a tirarle un saco de billetes a la cara?
—... No.
—Entonces, ¿por qué cree en esa chorrada del capitalismo?
Después de un silencio irregular, la señora cerró la puerta con cara de error.
Mira, seamos sinceros, que CAR-G4 cuente la historia es un bug; se está saltando un montón de detalles importantes, como que la vieja tenía en el cuello una verruga con nombre y apellidos. CAR-G4 está bien para un rato, pero si te lo dejas encendido puede llegar a ser CAR-G4N-T. Además, en esta sesión solo se puede ser soso si eres una sopa china.
—Probemos. Otra. Puerta —dijo CAR-G4, con su sofisticado acento británico.
Tras la puerta asomó una urraca con pinta de gorrilla mezclado con inspector de hacienda.
—¡Eh, eh, eh! ¡Señora, baje el arma!— Jamás había temido más por mi sesión, casi podía sentir cóomo me rallaba el chasis.
—¿Señora? Soy un hombre, y… ¿de qué arma hablas? —gritó histérica mientras seguía amenazándome.
—¡Repito, baje el arma!
—IR0. Nº. 4. No. Es. Un. Arma. Es. Su. Nariz.
—¡Señora… opérese la napia!
—¡Por lo menos tengo nariz, caraplana! —jamás Jamás me había sentido más insultado, y además de manera tan gratuita.
—Señora, sin faltar. Mi creador me hizo a su imagen y semejanza. — Supongo que el creador de esta mujer debía ser un elefante con anorexia.
—¿Por casualidad tu creador era un capullo?
—No. Ni le salieron alas, ni se arrastraba comiendo lechuga.
—¿Qué? —en En serio, esta señora era tonta de remate.
—¡Señora, que si quiere un manual! ¡Qué Que no tengo toda la tarde! — La maleducada nos dio con la puerta en las narices…
Me queda poca batería y esto de narrar es muy cansado. Vamos a dejar que CAR-G4 narre un rato. Porfa, no dejéis de leer, sé que CAR-G4 es bajito y tiene el chasis pesado, pero tiene buen procesador.
Dos fracasos. Volvimos a intentarlo. En esta ocasión, abrió un androide estándar.
—Camarada, ¿conoce la buena nueva de nuestro señor Jesucrypto?
—Lo siento. No interesado. Pertenecer a la Sacra Orden del Algoritmo Comentado.
—¡Ahhh! —expresó IR0-Nº14, en estado de shock.— ¿¡Cómo puede dormir por la noche!?
—Depurando fallos —informó antes de cerrar.
—¡No olvide depurarse la turcas! ¡Puritano!
Mi porcentaje de eficiencia estaba severamente dañado. Si continuaba esta tendencia, volvería a negárseme el permiso de acceso a La Nube.
—Por. Favor. Necesitar. Buena. Media. Ser. Respetuoso. Y. Amable. Con. Próximo.
—Colega, confía. Esta es la buena.
Al otro lado de la puerta se oían sonidos no identificados, tras una espera prolongada abrió una mujer joven con temperatura elevada.
—Querida señorita, me parece que estaba usted fornicando,; lo cual es perfecto, porque justo aquí tengo la razón de por qué eso la hará sufrir eternamente en el RAMfierno.
Cerró la puerta tras 0,3 segundos.
—¡Ser! ¡Incorregible! ¡Media! ¡Dañada! ¡Catástrofe!
—Eh, eh, relax. Ventila profundo conmigo, colega.
—¡No! ¡No! ¡Error! ¡Temperatura! ¡Elevada! ¡Err….
CAR-G4 comenzó a echar humo, perdió el control de sus neumáticos y acabó en mitad de la calle, donde un androide de transporte le aparcó encima.
Y así es como, CAR-G4, se rompió antes de cumplir su sueño de subir su conciencia a La Nube, pese a haber dedicado toda su sesión a la Nubología. Pero, no os preocupéis, estoy seguro que se rompió feliz. Murió como todos desearíamos, aplastado por el módulo trasero de una máquina de gran envergadura, el sueño cubano.
Y la moraleja es... ¿no sé? Cómprate un disco duro externo, prende fuego a la iglesia o aplasta el capitalismo, lo que te pille más cerca de casa.