¿Son nuestros cuerpos, nuestra podredumbre, dignos de ser amados? ¿Dónde está la línea, el tejido, el órgano que divide el cuerpo del alma, lo vivo de lo muerto, lo humano de lo que ya no lo es? ¿A quién le pertenece el cuerpo femenino, vivo o muerto, humano o no humano, fragante o monstruoso?